domingo, 21 de febrero de 2010

POPOCATEPETL E IZTACCIHUATL

Cada mañana, al nacer el k´iin se ve en el horizonte dos volcanes que guardan una de las historias más tristes de amor del pueblo tlaxcalteca, teniendo un significado y una promesa que subsiste a pesar de los años.

Donde un joven guerrero va a la guerra contra los aztecas recibiendo en caso de que regresara con vida y victorioso, la mano de la hermosa hija del casique de su pueblo. Ambos se profesaban el mas intenso y puro amor, inmenso ante todas las cosas. El valiente guerrero se preparó con hombres y armas, partiendo a la guerra después de escuchar la promesa de que la princesa lo esperaría para casarse con él a su regreso. Al poco tiempo, un rival inventó que éste había muerto en combate. Al enterarse, la princesa lloró amargamente la muerte de su amado y luego murió de tristeza.

El guerrero tlaxcalteca venció en todos los combates y regresó triunfante a su pueblo, pero al llegar, recibió la terrible noticia de que la hija del cacique había muerto. De nada le servían la riqueza y poderío ganados si no tenía su amor.


Por lo que, para honrarla y a fin de que permaneciera en la memoria de los pueblos mandó que 20,000 esclavos construyeran una gran tumba ante el Sol, amontonando diez cerros para formar una gigantesca montaña.

Desconsolado, tomó el cadáver de su princesa y lo cargó hasta depositarlo recostado en su cima, que tomó la forma de una mujer dormida. El joven le dio un beso póstumo, tomó una antorcha humeante y se arrodilló en otra montaña frente a su amada, velando su sueño eterno. La nieve cubrió sus cuerpos y los dos se convirtieron, lenta e irremediablemente, en volcanes.




Desde entonces permanecen juntos y silenciosos Iztaccíhuatl y Popocatépetl, quien a veces se acuerda del amor y de su amada; entonces su corazón, que guarda el fuego de la pasión eterna, tiembla y su antorcha echa un humo lleno de tristeza. Esta historia prevalece en los corazones de ya pocas personas, quienes al ver a gloriosos volcanes se deleitan con su belleza y muy pocos le dan tributo al amor de dichos jovenes donde Popocatépetl sigue velando el sueño permanente de su amada Iztlaccihuatl.